domingo, 25 de marzo de 2012

AUTORES

Federico Gamboa

(Ciudad de México, 1864-1939) Novelista y dramaturgo mexicano considerado el principal exponente del estilo naturalista en su país. Tras superar una juventud marcada por la adversidad y los problemas económicos, logró ingresar en el servicio exterior. A los veinticuatro años viajó como representante diplomático a Brasil, Argentina y Estados Unidos.
Su empeño y dedicación le permitirían ascender desde el modestísimo puesto de segundo secretario hasta los de ministro plenipotenciario, embajador y secretario de Relaciones Exteriores, cargo este último que desempeñó durante el gobierno de Victoriano Huerta. Alternó su trabajo como funcionario público con la creación literaria, en la que cultivó tres géneros: novela, autobiografía y dramaturgia.
Su importancia radica, sobre todo, en el trabajo realizado dentro del ámbito novelesco. Por convicción y afinidad estética se adhirió al naturalismo francés y, de manera particular, al representado por E. Zola y los hermanos Goncourt, que se distinguía por la crudeza de la expresión y la sordidez de los temas abordados. Sus primeros libros, como la colección de novelas cortas Del natural (1888) y la extensa novela Apariencias (1892), muestran a un autor todavía inexperto, hasta la aparición de Suprema Ley (1896) con la que alcanzó la madurez.

Baldomero Lillo

(Baldomero Lillo Figueroa; Lota, 1867 - Santiago de Chile, 1923) Escritor chileno. Influido por el naturalismo de Zola y los escritores rusos de finales del siglo XIX, extrajo sus temas de la miserable situación de los mineros de Chile.
Tras fallecimiento de su padre, hubo de ponerse a trabajar en la pulpería de su ciudad, sin poder finalizar los estudios secundarios en el Liceo de Lebu. Creció escuchando las historias de los mineros, observando su triste y dura realidad, y empapándose a la vez de la narrativa realista y naturalista europea de la época (Balzac, Zola) y de los grandes novelistas rusos, especialmente Dostoievski.

En 1898 se trasladó a Santiago, donde desempeñó trabajos menores hasta que su hermano Samuel le consiguió un empleo administrativo en la Universidad de Chile. Ya en sus años juveniles se había despertado en él la atracción por la poesía; se le conoce un poema titulado El Mar, publicado en 1898 en la Revista Cómica. En 1903 ganó el concurso de cuentos de la Revista Católica con el relato Juan Fariña. Colaboró además en revistas como Zig-Zag y en el diario Las Últimas Noticias
Pero el reconocimiento general lo obtuvo al relatar magistralmente la dura vida de los mineros en Sub-terra (1904), obra de lo que se llamaría después "literatura de denuncia", compuesta por seis cuentos donde se destacan El grisú y El chiflón del diablo. A éste siguió Sub-sole (1907), con trece cuentos que relatan temas de la emergente sociedad industrial, como El alma de la máquina.
En 1907, impresionado por la huelga de mineros y la matanza de la Escuela Santa María de Iquique, Lillo viajó al norte del país para recoger información y comenzó a escribir La huelga, novela que nunca terminaría. Parte de su producción de esa época no sería publicada en libro hasta muchos años después de su muerte: entre 1906 y 1907, Lillo publicó en algunos diarios doce cuentos que serían recopilados y editados en 1942 por José Santos González Vera con el título de Relatos Populares. Catorce años después, José Zamudio publicaba tres cuentos de Baldomero Lillo con el nombre de El Hallazgo y otros cuentos del mar (1956). Otros tres relatos suyos serían publicados posteriormente con el título de Pesquisa Trágica (1963).
Pese a su brevedad, la obra de Baldomero Lillo es de extraordinaria relevancia en la historia literaria chilena. Es uno de los principales exponentes del realismo social, aunque la estética modernista está presente en sus relatos. Valiéndose de un lenguaje directo, preciso y sorprendente, sumerge al lector en lo más profundo de las dolencias de su personajes y en lo sombrío del mundo narrado; sus finales dramáticos y abruptos, excelentemente trabajados, causan un fuerte impacto.

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